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La semana de la Moda en Paris ha dado mucho de que hablar. Lo que más se ha podido apreciar es la alta costura, la clase y el estilo, como ingredientes principales de cada desfile.

Giambattista Valli presentó su mejor colección de los últimos años. El italiano apostó por pequeños vestidos y microminifaldas rematadas por colas muy largas. Las prendas emanaban la magia de la alta costura, ese mundo irreal en el quelos vestidos, que se realizan por encargo, cuestan lo mismo que un coche de alta gama. Lo más extraordinario fue que para crear esta ensoñación, el diseñador solo necesitó sus prendas. El desfile tuvo lugar en los pasillos desnudos del Museo de los Archivos Nacionales. Algo casi extravagante en una industria donde los shows se han convertido en efectistas superproducciones.

Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel, transformó su pasarela en un aeropuerto, un casino y un supermercado. Y sus escenografías son casi tan esperadas como sus colecciones. Pero esta vez ha mostrado más contenido.
Tan solo ha cubierto con espejos la enorme nave levantada por la marca francesa en mitad del Gran Palais parisiense. Sobre el suelo y las paredes se reflejaban las lentejuelas, cristales, plumas de marabú y sedas que componían su reinterpretación de la silueta años cuarenta. Este trabajo mezcla con menos ironía que de costumbre a Ginger Rogers con Armas de mujer y el New Look, pero demostraba que el músculo artesanal de Chanel no tiene comparación y que Lagerfeld, tras 34 años al frente de la maison, juega en otra liga.

Maria Grazia Chiuri presentó su primera colección de alta costura para Dior, una propuesta que tenía mucho cuento. La exdiseñadora de Valentino invocó a Caperucita Negra y la hizo desfilar a través de un laberinto de boj y musgo construido para tal fin en el Museo Rodin de París.  Todo el protagonismo recayó entonces en sus prendas. Parecía una declaración de intenciones, como si Chiuri quisiese distanciarse de su antecesor, el opulento Raf Simons, bajo cuya dirección creativa llegó a construirse una montaña artificial en uno de los patios del Louvre para albergar un desfile. Quizá es que la italina no tuvo tiempo para orquestar una puesta en escena espectacular.

 

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PUBLICISTA DE PROFESIÓN Y ESCRITORA POR VOCACIÓN. CIUDADANA DEL MUNDO, FASHION LOVER, APASIONADA POR LAS COSAS BUENAS DE LA VIDA.

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